domingo, 3 de febrero de 2008

Pessoa (Persona)

Fernando Pessoa 1988-1935. Portugal



Guardo todavía, como un pasmo
En que la infancia sobrevive
La mitad del entusiasmo
Que tengo porque ya tuve.
Casi a veces me avergüenzo
De creer tanto en que no creo.
Es una especie de sueño
Con la realidad en medio.
Girasol del falso agrado
En torno del centro mudo
Habla, amarillo, pasmado
Del negro centro que es todo.

(Pessoa. 1931. Del libro de los poemas inéditos. Versión del portugués de Teódulo López Meléndez. Ed. Fundarte p.81)


Por distintas razones -deseo, necesidad o condición laboral-, en algunas ocasiones he escrito o publicado (publicaciones periódicas menores) bajo diferentes firmas. Muy pocas veces ha sido para esconder alguna única identidad que tenemos la ilusión de poseer (o que ella nos posee a nosotros), impuesta por otros y afianzada desde que nacemos y recibimos un nombre específico, hasta la manera en que adoptamos un rol dentro de la estructura social, de relaciones y quizás, de sobrevivencia colectiva.

En toda esa fuerza del imaginario cotidiano, ese gran teatro (con esto recuerdo a Jean Duvignaud en su libro Espectáculo y sociedad), llegamos realmente a creer que tenemos una personalidad definidamente inmutable, un Yo con determinadas características limitadas que se van forjando más por el hábito interactivo y la mirada del otro que por la propia esencia. Eres Teresa, buena mujer, te comportas así y les gustas a los demás, no cambies porque si no todo fue falso. Tú, sabes que desde pequeña has sido mala Inés, sigue desarrollando tus actitudes, tu manera de vestir, no pierdas tu personalidad, no hay nada qué hacer, eres así. No te reconozco, no sé que te ocurre Felipe, esos no son tus gustos, no eres así. Ha sido tan arraigada esa creencia dualista que socialmente se juzga a la persona que fluctúa en pensamientos o comportamientos.

Es obvio que para que funcione el mundo, debemos erigir coherencia entre los pensamientos y los actos, sin embargo, esa necesidad no nos otorga una identidad, sólo nos la plantea, nos la presta.

Existimos sólo en proceso, definitivamente cambiamos sin stop.

Al parecer, hay algo único, inasible y perdurable en cada uno de nosotros, al menos eso me dice mi dolor y mi Dios (o dios, como prefieras, sólo hablo de aquello metafísico -o invisible, como quieras- que -ajeno a mi voluntad- escogió la tierra como mi casa y mi cuerpo humano de ventana; Todo eso que no recuerdo haber elegido), que también podría estar relacionado con el destino cultural que nos tocó y las experiencias individuales , pero eso quizás sólo sea un pequeño fulgor inalterable dentro de toda una galaxia de destellos informes e inconstantes en una gran tiniebla. Entonces, podría decir que, much@s son las que coexisten en mí, conmigo. Y nuev@s vendrán.
Lo que facilita las cosas, pero lo complejo, a veces, es la convivencia entre tod@s.

Para el que no lo entiende y desconoce esa oportunidad, todo esto puede parecer una idea descabellada, una locura.
Para los que sí lo entendemos y lo vivimos, negarlo es un estado de letargo, una ceguera creada, una locura.

Entonces, de alguna forma podría decirse que todos estamos locos, aunque con esa resolución fallemos al referente diferencial, ergo a la lucidez. Quemada que es mitigada por la seguridad de intuir o conocer que cada quien opina distinto respecto a la locura.

Algún día, inquieta por la multiplicidad manifestada en mis conductas, pensamientos contradictorios o diferentes estados de ánimo.. y firmas, me encontré buscando significados de seudónimos, alias, heterónimos, apodos y cualquier información que pudiera otorgarle legitimidad a tal variación.

No sé cuándo ni cómo, pero -más o menos- así hallé a uno de mis poetas favoritos: Fernando Pessoa, de quien emergieron heterónimos como Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro Campos -con perfiles independientes entre ellos- y otros no tan individualizados como Pedro Botelho, Bernardo Soares, Antonio Mora, Alexander Search, Frederico Reis -hermano de Ricardo Reis-, Vicente Guedez y quién sabe cuántos personajes más. Unos de ellos escriben poesía, otros filosofan y algunos critican a los demás. Un juego, un ejercicio maravilloso.

No es una invitación autoayudezca, por el contrario, es probable que si te inclinas por esta multi-posibilidad, te confundas en un laberinto sin salida o caigas en un pozo oscuro sin fondo, sin embargo, es (im)posible lograr la conciliación y si lo logras, te acercarás más a lo real, pues quizás tenga menos sentido el hecho de negar el desbordamiento de tales voces.

¡Saludos a tus tús!

1 comentario:

Pupila dijo...

El contenido esencial de este post es tan cierto, tan real para mí, que sus formas y palabras han ido mutando desde su primera publicación en este blog, a tal punto, que ahora la unicidad del escrito tiene un nuevo significado, creo que bastante distinto al anterior. Aceptar que he cambiado de opinión en muchas cosas desde la fecha indicada es parte segura del ejercicio.
Me disculpo ante mis vagas consideraciones.