lunes, 27 de abril de 2009

Diálogo entre una descendiente de Noé y un pájaro -(Susan Sontag)

Cuéntame un cuento –dijo una de las descendientes de Noé–. Sí, cuéntame un cuento.
–¿De qué clase? Mmmm. Puedo contarte uno con final feliz.
–No seas condescendiente. Puedo tolerarlo. Sólo cuéntame un cuento.
–Entonces te contaré uno con final triste. Pero después de un rato ya no prestarás atención.
Estarás inquieta, con la mirada distraída. Y te preguntaré lo que ocurre y me responderás que ya has oído ese cuento antes. Me dirás que no tenía por qué haber terminado tan mal.
–¿Sólo hay dos clases de cuentos? No es cierto.
–Ay, el cielo es amplio. Ay, el océano, profundo. Y todos los cuentos ya han sido contados, ay, ay, ay...
–¡Basta! Sólo quieres atemorizarme. Pero es inútil, no tiene remedio. Debo mantener el ánimo en alto. Sé que eres un pájaro agorero. Te gusta atemorizarme.
–¿Agorero yo? Te equivocas. Me encanta estar vivo. Precipitarme, lanzarme y posarme donde me apetece. Lo que ocurre es que si observo mi entorno no puedo sentir más que desánimo.
–Escucha, se supone que eres el portador de buenas nuevas.
–Sólo puedo relatar lo que veo.
–Pues vuela, entonces. Y no vuelvas hasta que puedas contar algo optimista.
–¿Ves? Te lo dije, no quieres oír malas noticias.
–Vaya, es que no quiero escuchar malas noticias siempre. No me lo reproches.
–Bien, lo intentaré de nuevo. No creas que me gustan las calamidades, claro que no. Así que quieta aquí y déjame echar otro vistazo.
–¡Espera!
–¿Qué?
–No te distraigas por ahí. Quiero decir, no hagas el tonto. Es decir, sólo trae las noticias.
–Primero me riñes por agorero, y ahora me reprochas que lo pase bien. Pero no puedo evitarlo. El éxtasis es lo mío. Soy un artista, ya lo sabes.
–¿El éxtasis, dónde?
–Por doquier.
–Vaya suerte.
–Qué, ¿nunca lo has sentido?
–Claro, pero...
–Sí, ya sé. Pero entonces algo te desanima. Cargas con todas estas posesiones que tanto te importan y tienes que guardar y remplazar, y todos tus ambiciosos proyectos y tu crasa parentela, y...
–No hables de mis parientes, ¿te queda claro? Se esfuerzan mucho.
–Todos os esforzáis. Sobre todo en ignorar las malas noticias hasta que vienen a posarse en tu regazo.
–Y ¿por qué no habríamos de albergar esperanzas? Considera a cuánto hemos logrado sobreponernos. Y aquí estamos, todavía. Perduraremos. Lo sé.
–Eso espero. Ojalá estés en lo cierto. En todo caso, yo me voy.
–Pero, ¿volverás?
–Sin duda.
–¿Me lo prometes?
–Desde luego que volveré.
***
–Vaya, ¡te has retrasado!
–Lo siento. Me lo estaba pasando bien.
–¿Y qué más?
–Estaba buscando buenas noticias.
–¿Y?
–Pues bien, siempre hay alguna buena noticia, si eso es lo que quieres saber. Te ruego que no creas que disfruto con tu preocupación.
–Vamos, preocúpame.
–Nada parece estar marchando muy bien allá. Vi cosas muy perturbadoras.
–Estoy segura de que te desviaste para encontrarlas.
–No hizo falta ir muy lejos.
–Quizás no te parezcan bien a ti. Quizás mi punto de vista es distinto.
–Muy bien, prueba tú. Traigo algunas fotos.
–Vaya, fotos. ¡Qué bien!
–Míralas.
–¡Dios mío, es la luna! Las aguas retrocedieron y recalamos en la luna. Alabado sea el Señor.
–No, es el desierto.
–Ah. Mira, éstas son magníficas.
–Gracias.
–Me parece muy hermoso. Estos dorados, rosados y castaños. Y el cielo. Y la luz. No veo que haya nada malo.
–Bien, no se trata sólo de mirar. Tienes que saber lo que ha estado sucediendo. Hay un cuento que acompaña las fotos. Cuando conoces el cuento, las fotos cobran otro sentido.
–Ya sé, ahora me vas a venir con lo de la maldad humana. Ya me sé la historia. Por eso hubo un diluvio.
–No, no quiero contarte algo tan general. Más bien quiero hablar de la pasividad. Y del poder.
Quizás adviertas que no hay gente en las fotos. Pues esto es lo que ha hecho la gente.
–De igual modo, me parece hermoso. ¿No puedes ver el friso sutil de las ruinas a lo lejos, casi del mismo color de la arena?
–A veces, cuando las cosas son destruidas, parecen hermosas.
–¿Más hermosas?
–A veces.
–¿Y cómo lo sabes?
–Debes aprender a interpretar las señales.
–No, puro graznido.
–Graznido humano, te lo aseguro.
–¿Hay mucha gente que conoce esta historia?
–Sí. Mucha. La cuestión no está en saber sino en preocuparse.
–Pero debes aceptar que preocupaciones sobran. No puedes preocuparte por todo.
–Creo que esto debería preocuparte.
–Pero el mundo es un lugar muy amplio, ¿no es así? Quiero decir, hay mucho espacio.
¿Realmente importa lo que sucede en unos cuantos lugares? ¿Si unos lugares se estropean, arruinan o profanan? Siempre hay espacio para continuar. ¿Si se le prende fuego a unas bibliotecas llenas de libros y manuscritos viejos, si se saquean unos cuantos museos? Al mundo le sobran más cosas viejas, si eso es lo que te gusta ver.
–Debes de ser de Estados Unidos.
–¿Cómo?
–No importa.
–Creo que le contaré esta historia a unas cuantas personas. ¿Les puedo mostrar las fotos?
–¿Por qué no?
–No vueles ahora. Quédate en tu percha. ¡Volveré antes de que me eches de menos!
***
–¿Me echaste de menos?
–¿Qué dijeron los demás?
–Dijeron que las fotos eran hermosas.
–¿Es todo?
–Dijeron que también estaban inquietos.
–¿Qué más?
–Dijeron que no había nada que hacer.
–¿Eso dijeron? ¿Todos?
–Bueno, no todos...
–Y...
–Dijeron que el mundo allí fuera es cruel.
–Yo diría que el mundo también es cruel aquí dentro. En tu, ¿cómo le has llamado?, arca.
–Nos las arreglamos.
–Ya veo.
–¡De verdad! Sólo tenemos que, mira, reducir nuestras expectativas.
–A medida que todo empeora.
–Exacto.
–¿Y ahora quién es el pesimista?
–No es pesimismo. Es realismo.
–Sí, claro.
–Y también me advirtieron de que me tomara con un grano de sal lo que decías. Dijeron que eras un artista.
–Yo ya te dije eso.
–Creí que tu labor era traer noticias.
–Los artistas también hacen eso.
–Sí, malas noticias.
–No siempre, te lo aseguro.
–Dijeron que a los artistas les gusta centrarse en los desastres. Que se deleitan en las malas noticias. Y que son moralistas ingenuos que no comprenden las leyes de hierro de la historia. Y (no te rías) del progreso.
–¿Cómo cuáles?
–Bien. El por qué tienen que hacer eso. La gente que todo lo domina. Por qué tienen que destruir el desierto. Y, a veces, las ciudades y los pueblos. Lo que me mostraste en las fotos.
–¿Por qué, entonces? Dímelo tú.

–Porque tenemos enemigos. Enemigos malévolos. Hemos de estar preparados. Tenemos que defendernos. Tenemos que ir allá y detenerlos antes de que sean lo bastante fuertes para hacernos algo.
–¡Loro!
–Oye, no todos somos pájaros aquí.
–¿De verdad te crees lo que acabas de decir?
–Mira, estoy pensando en lo que me comentas. Es una pena, en verdad. Las marismas se convirtieron en desierto. El desierto profanado. Y lo que le sucedió a los animales. Y a la gente y a lo demás. Pero hay muchas otras consideraciones, políticas, económicas, científicas, que no comprenderías. Eres un vagabundo. Eres un artista.
–Es cierto. No tengo ataduras. Como un pájaro.
–Digamos.
–Veo que has conocido a muchos artistas.
–Si te he ofendido, lo lamento.
–¡Dios mío, dame fuerzas! ¡Estos ilusos tan...!
–A mí no me graznes. Yo no fui. Yo no devasté el desierto. No maté a los animales. Ni masacré a los conscriptos. No prendí fuego a la biblioteca ni saqueé el museo de antigüedades.
–¿Sabías que durante la primera guerra del Golfo se mostraban películas pornográficas a los pilotos justo antes de que los enviaran a sus misiones de bombardeo?
–Pilotos de Estados Unidos.
–Así es.
–Oye, ésa ha sido práctica en más guerras coloniales norteamericanas que las que puedo contar. Pero los estadunidenses no inventaron el vínculo entre la testosterona y el placer de dar muerte, sobre todo de dar muerte desde lo alto de los cielos a gente indefensa en tierra, del mismo modo que no es el único país que envenena su propio territorio.
–¿Qué quieres decir?
–Que todos hacen lo mismo en cuanto se les presenta la oportunidad. Así pues, ¿por qué te metes con Estados Unidos?
–Supongo que porque soy un artista estadunidense.
–¿Estás poniéndote sarcástico?
–¿Yo?
–Sí, tú.
–Hasta pronto, yo me largo al desierto de la alegría.
–Sabes, antes de que te marches, debes reconocer que la naturaleza es violencia.
–Y la naturaleza humana.
–Sí. Aunque no todos se comportan tan mal como la gente puede llegar a comportarse.
–Como si fuera perenne. Eso está sucediendo ahora mismo.
–Pues yo no soy una de las perpetradoras. La gente que de hecho hace esto ni siquiera hablaría con una criatura como tú. La gente que hace esto sólo alzaría una arma y te borraría de los cielos.
Se escucha un aletear de alas.
–¡Oye! ¡No te vayas! ¡No soy una de los dirigentes del planeta! ¡Soy una pobre criatura como tú! No te... vayas.

*
Aquí estoy de vuelta.
Silencio.

–¿Hola?
–Creí que no ibas a volver.
–Ay, soy un pájaro persistente.
–¡Sin duda alguna! Pero, en serio, te admiro porque no te has dado por vencido.
–Pensé que si seguía cantando, lo comprendería finalmente.
–Pues sí, la tenacidad es una de las virtudes. Y las fotos son inolvidables. He de reconocerlo. Tus paisajes de catástrofe.
–Pero te gustaría olvidar lo que te he mostrado, ¿no es así?
–Claro que sí. ¿Quién quiere sentirse más desamparado?
–Pero no lo olvidarás.
–Aunque me quedara ciega no podría olvidar esas fotos.
–Es curioso que menciones la ceguera. Pues ése era el tema de la homilía que tenía intención de pronunciar. ¿Lista para la homilía?
–Dispara.
–Dios mío.
–Vamos, es una broma.
–No hay bromas.
–Tienes que tener sentido del humor. Para sobrevivir.
Silencio.
–Vale, pues.
Silencio.
–En serio, estoy escuchando.
–Mi homilía. Acaso lo sepas o no, pero hay dos clases de ceguera. La retiniana, que causa deterioro ocular, y la cortical, que resulta de una lesión en el cerebro y deja los ojos intactos.
–Qué interesante.
–El punto es que la gente con ceguera cortical ve, en algún sentido, es decir, recibe impresiones visuales en la conciencia. Pero se considera ciega porque esas impresiones no pasan a la plaza más pequeña de la conciencia. Esto ha sido demostrado en un experimento reciente.
–Me gustan los experimentos.
–Sí, ya lo sé. Bien, en todo caso, imagina una persona con ceguera cortical en un lado, por ejemplo, digamos, el derecho. La sientas a la mesa. Giras su cabeza a la izquierda. Colocas unos objetos, digamos, una taza de café y un candelabro, en la mesa, a la derecha. Si preguntas. ‘‘¿Qué ves en el lado derecho de la mesa?” La respuesta es: ‘‘Nada. Ya sabes que estoy ciego de ese lado”. Pero si replicas: ‘‘Sí, es cierto, no puedes ver de ese lado, estás ciego. Pero supongamos que pudieras ver, imagina que puedes ver. ¿Dónde crees que están los objetos en la mesa?” Y entonces, oh milagro, apenas dudándolo, la persona ciega extiende el brazo, abre la mano un poco en busca del candelabro, y la abre más para la taza.
–¡Vaya! ¿En verdad?
–Sí. Pero ésta es una historia. Me pediste un cuento. Esta es una parábola.
–¿Y cuyo sentido es...?
–Que lo mismo sucede con nuestras acciones. De igual modo que sabemos mucho más de lo que nos damos cuenta, podemos hacer mucho más de lo que nos creemos capaces. Formula la pregunta directamente: ¿Qué podemos hacer para evitar la destrucción del planeta y la creciente ola de violencia humana? La respuesta tiene que ser: Nada. ¿Los seres humanos contra los animales, los hombres contra las mujeres, la historia contra la naturaleza? Nada.

Pero qué sucede si decimos: De acuerdo, no puede evitarse. Sin embargo, si imaginamos, sólo como hipótesis, aunque desde luego es imposible...

–Ya veo –dijo la descendiente de Noé.
–Sí –respondió el pájaro–. Otro marco para la voluntad. Porque está tan claro como el día y la noche: los bosques están siendo arrasados; las aguas, envenenadas; el aire se está oscureciendo y volviendo tóxico. Y los gobiernos presuntuosos continúan proyectando su poder con éxito: para conmocionar y asombrar, masacrar, explotar y despojar. Es cierto, no se puede salvar al mundo. Pero, ¿si actuamos de todos modos como si pudiera salvarse? Pues entonces...
–Ya veo –repitió la descendiente de Noé.
–Sí –dijo el pájaro agorero, algo más animado–. Casi es posible que se pueda salvar el mundo.



(Extraído de la antología 1933-2004. Texto de la escritora y activista estadunidense Susan Sontag, incluido en el primer número de la revista
Granta en español, que se reproduce con autorización de sus editores
Traducción: Aurelio Major)

miércoles, 15 de abril de 2009

sábado, 11 de abril de 2009

Crucifixión. Sobre los fariseos


Cristo cargando la Cruz, de El Bosco.


Los primeros fariseos, expuestos a la persecución, se distinguían por su integridad y valor; (...). El nivel moral y espiritual de sus sucesores descendió. (...) Centraban la religión en la observancia de la Ley, enseñando que Dios sólo otorga su gracia a aquellos que se ajustan a sus preceptos. De esta manera la piedad se hizo formalista, dándose menos importancia a la actitud del corazón que al acto exterior. La interpretación de la Ley y su aplicación a todos los detalles de la vida cotidiana tomaron una gran importancia. (...) Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los seduceos "raza de víboras". Jesús denunció su orgullo, hipocresía y su negligencia de los elementos esenciales de la ley, en tanto que daban mayor importancia a puntos subordinados. (Mt. 5:20; 16:6, 11, 12; 23:1-39). 

(Samuel Vila Ventura y Santiago Escuain, Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado. Ed. CLIE 1985. pág.373)







P.D. 
Algunos datos sobre el evangelio según San Mateo, libro del Nuevo Testamento, una apasionante obra del reino helenístico, tanto para cristianos como para los que no lo son y se interesan por las historias griegas o por Jesús como símbolo poético o personaje de trascendencia estética.


Introducción:
 Este evangelio responde a un nombre griego, del hebreo Mattai, abreviatura de Mattanya, que significa "regalo de Dios". (...)

Origen y contexto:
En los primeros siglos d.C. Mateo se distinguía como el más leído e influyente de los cuatro Evangelios. En la mayoría de las listas de libros del Nuevo Testamento Mateo aparece en el primer lugar. (...)

Autor: Anónimo, pero la tradición antigua únicamente lo atribuye a Mateo.
Fecha: 50-75 d.C.
Tema: Cristo es el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías; Sus discípulos están llamados a un Nuevo Pacto, a vivir en una dimensión más alta que la que el Antiguo Pacto jamás realizó.

(Santa Biblia, versión de Reina -1569- y Valera -1602-).


Características teológicas y literarias: 
Es evidente que Mateo está más interesado en recopilar y presentar en su obra el pensamiento de Jesús que en dotarla de un contenido puramente narrativo. (...)

Evangelio y evangelios: 
"Evangelio" es una palabra de origen griego que significa buena noticia

Lengua, tiempo y lugar de composición:
Este evangelio, como todos los libros del NT, ha llegado a nosotros en lengua griega. Desde los primeros siglos de la vida de la iglesia, se viene discutiendo la posibilidad de que hubiera sido redactado inicialmente en arameo y traducido más tarde al griego ; pero no hay constancia histórica de que esto haya sido así. Lo cierto es que el texto griego de Mateo es el único que se conoce. Sin embargo, dados los abundantes giros semíticos que hay en él, debió haber sido su autor que fue un judío cristiano que escribió para lectores igualmente de origen judío, pero de habla griega. 
Respecto al lugar y tiempo de composición del evangelio, no es posible fijarlos con exactitud. Muchos piensan que pudo haber sido escrito en tierras de Siria, quizás en Antioquía, después que los ejércitos romanos destruyeran Jerusalén en el año 70. 


(Santa Biblia, Reina-Valera 1995, Edición de Estudio. Sociedades Bíblicas Unidas).







*La historia de Semana Santa se concentra básicamente en Mateo capítulos 27 y 28. Por si te interesa, el audio en griego aquí.

miércoles, 8 de abril de 2009

L. A-Salomé

Lou A-Salomé

"Sigue siendo el narcisismo el punto del que se derivan incluso las elaboraciones más espirituales y universales, él, nacido del cuerpo, vuelve a tener, aunque de otro modo, un suelo real bajo sus pies: la objetividad es el glorioso fin humano que, en definitiva, le hace señas al narcisismo como desde los sueños de la infancia, en su condición de Eros transformado y puesto al servicio de la investigación o del progreso, del arte o de la cultura."

 (Lou Andreas-Salomé, El narcisismo como doble dirección, 1921.)

Extraído de: http://lou-andreas-salome.blogspot.com