jueves, 29 de enero de 2009

Paranoia

Este espacio no es negro porque negra quiere estar el alma. El negro, lo tomo sólo como un color para el fondo de la pantalla, o un no-color que me permite avivar las demás gamas que caen acá por selección o azar.  Es por eso que, aunque a veces me provoque cambiar un poco la imagen de este blog (y ¿por qué no? moverme acorde con los diferentes tonos de ciertos vaivenes espirituales), prefiero siempre dejarlo intacto en la negrura misma. Entonces podría decirse que el negro es un medio y no un fin.

 

Esta breve introducción de sala oscura, es para presentar algo de cine.

 

Borges decía algo así como que prefería escribir cuentos porque en las novelas se sentía en una reunión de mucha gente y eso, él no podía soportarlo, quizás por su timidez, o la profundidad que prefería otorgarle a uno o pocos personajes en menores extensiones, basarse únicamente en un hecho central, imagino que entre otras muchas razones.

Bueno, multitud similar creo que ocurre con la cinematografía venezolana. El largometraje de ficción por sí mismo es un género que está comprometido con muchas personas simultáneamente, desde su pre-producción, pasando por su post producción, hasta su promoción y venta. Son grandes adeudos inevitables (en países como el nuestro donde apenas surge con fuerza la producción estándar de cine y aún, quizá, hay prejuicios con el cine digital) que se deben tomar en cuenta desde la elaboración de un guión. Es por eso que en la realización de un largometraje,  únicamente no se suele pensar en 'arte' y/o 'cultura' (independientemente de lo que esos términos indefinidos signifiquen para cada quien), también es inapelable pensar en el aspecto económico.


Entonces, ese hecho añadido al estigma que ha dejado el prototipo de realismo social de los 60 y 70 con Chalbaud, es que tal vez a muchos no nos encante la idea de consumir filmografía nacional (me refiero a los largos de ficción y me disculpo por mi subjetiva arbitrariedad e injusta generalización, porque sé que hay películas que salen de ese patrón). Esto quizás viene cambiando poco a poco en estos tiempos, y no soy yo quien deba disertar sobre la actualidad en el ámbito pues, aparte de otras cosas, reconozco que no he visto buena parte de las últimas producciones que al parecer han tomado otros rumbos (sin incluir las de Arvelo, quien tiene una especie de sello en las producciones grandes). Entre esas películas que quiero ver y aún no he podido, están tres de las más conocidas La virgen negra, Macuro y Postales de Leningrado, sobre todo esta última que me atrae mucho por cierta visión del imaginario infantil que sé tiene el guión. Claro, hay otras realizadas de forma más independiente, algunas que ni llegamos a conocer, que podrían ser muy buenas propuestas, como pasa en otros países. Quizá falte es promoción.

 

También me gusta esa comparación literaria para entender por qué siempre he preferido el cortometraje (y el mediometraje) como género, no estando limitado por las presiones comerciales que exige un largo, el corto tiene mayores posibilidades de experimentación estética. Es por ello que suele ser usado como escuela. En las carreras universitarias con temas audiovisuales, nos plantean ejercicios cortos, principalmente por estas razones monetarias, así el estudiante irá aprendiendo a desenvolverse en el desarrollo de un filme para quizás, algún día incorporarse en algún proyecto de magnitud superior en costos. Sin embargo, -en mi opinión y en estos tiempos donde tanta gente quiere ser cineasta para hacer un gran largo-, al igual que el cuento, el cortometraje es un género que excede su aplicación pedagógica, es una categoría que debe seguir desarrollándose en países como Venezuela, donde cada vez más deberíamos tomar conciencia acerca de la creación (todo tipo de creación) con el menor presupuesto posible.

 

En el cine, casi todo está en el guión, en un buen guión, cada vez estoy más segura de eso.

 

Y acá dejo, una de las tantas genialidades en cortometraje que tenemos en Venezuela.

 900 Pánico, realizado por Hernán Jabes, basado en la narración corta del dramaturgo Marcos Purroy. 


P.D. En relación al contenido, cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia.


Primera parte



Segunda parte





Dir.Fotografía: Alexandra Henao
Dir.Arte: Marcelo Pont-Verges
Produccion: Rodolfo Cova
Prod.Campo: Ignacio García
Coord. Prod.: Vanesa Campos
Asist.Dir: Sergio Silva
Edición y cámara: Hernán Jabes
Asist.Cámara: Daniel García
Sonido Directo: Pedro Durán
Postproducción:Juan Carlos Meilán
Diseño de Audio: Jacinto Gonzáles
Música de créditos:Oswaldo Rodríguez

Actuación principal: Ángel Rafael Gil

lunes, 26 de enero de 2009

Y ¿qué es lo que cambia? (Calzadilla)

Foto: Михайлова. Ucrania


¿La realidad? No. Las condiciones para 
                                                       conocerla.
Y en las condiciones está todo, incluso la 
                                                          realidad.
De manera que la realidad es también
condición para que ella misma cambie.

Es cierto que las condiciones ya no son las 
                                                             mismas.
Pero nosotros también hemos cambiado.
Cambiamos para estar de acuerdo con las 
                                                      condiciones.

Todo eso acerca de lo cual uno no sabe
que por ser inminente
es más que una amenaza
y que por no saberlo se presenta
más que como una amenaza
                                         es la realidad.



(Juan Calzadilla, "Notario al Garete".)

jueves, 22 de enero de 2009