sábado, 20 de diciembre de 2008

Jesús de Nazaret* (Rimbaud)

Epifanía, perteneciente a la etapa inicial de El Bosco. S.XV


No sé quién habrá inventado que Jesús nació en el invierno decembrino de Belén (no se sabe realmente la fecha), tampoco sabemos quienes han cambiado e inventado tantas cosas de la historia que terminan en tradiciones -más o menos- disfrutables. Lo cierto es que muchos anticristo al parecer se han retractado en algún momento de sus vidas (entre esos, muy oportunamente Patti Smith y Rimbaud antes de morir, dicen). Y es que ateos o creyentes, cristianos (y los que creen que son cristianos), hinduistas, sintoístas, islamitas, momoyes, judíos o adoradores del sol, el maíz (o el dinero), no podemos borrar ese hito radical de la historicidad. Ese siglo cero que nos incluye a todos (la mayoría ahora estamos en el siglo XXI, aunque a veces creamos que estamos en otro). A mí ya me aburren la teorías "científicamente comprobadas" que intentan negar la existencia -física o metafísica- de ese hombre. Sin embargo, eso no quiere decir que ahora sí me voy a poner muy cursi en estas fechas ni que me empiezan a gustar demasiado las navidades, al menos no todavía.

Es una celebración distinta para todos en nuestras diferencias.
¡Disfruta la tuya!





*Poema de Rimbaud, escrito a sus 15 ó 16 años:


En aquel tiempo Jesús vivía en Nazaret:

Crecía en virtud el niño y también crecía en años.

Una mañana, cuando vio que los tejados se ponían rubes­centes

salió de su cama, mientras todo dormía bajo un pesado so­por,

para que José, al levantarse, encontrara la tarea ya acabada. Volcado sobre el trabajo y con el rostro sereno, tirando y empujando una enorme sierra,

cortaba muchas tablas con sus brazos de niño.

Lejos, sobre los altos montes, el claro sol subía

y sus llamas de plata entraban por las humildes ventanas...

Ya conducen los boyeros los rebaños a los pastos

y admiran, al pasar, al joven artesano y los ruidos del traba­jo matutino.

«¿Quién es este niño?», preguntan.

Su cara expresa una seriedad mezclada de belleza; y la fuer­za nace en sus brazos.

El joven artífice trabaja el cedro con arte, como un vetera­no;

ni los trabajos de Hiram fueron antaño tan grandes, cuan­do, en presencia de Salomón,

con vigoroso y prudente brazo, cortaba los enormes cedros y los maderos del templo.

Sin embargo, su cuerpo se arquea más flexible que una grá­cil caña,

alcanzando su espalda el hacha, cuando la levanta.»

 

Pero su madre, oyendo el rechinar de la hoja de la sierra, ha­bía abandonado el lecho,

y entrando sigilosa y en silencio,

sorprendida ve al niño que se afana y que maneja enormes tablas...

Apretando los labios mira,

y, mientras abraza a su hijo con su mirada serena, por sus trémulos labios se pierden vagos murmurios; Brilla la risa en sus lágrimas...

 

Mas la sierra, de pronto, se rompe, hiriendo los dedos in­cautos

y su cándida túnica se mancha con la sangre purpúrea...

un leve gemido se eleva de su boca.

Pero, al ver de repente a su madre, los dedos enrojecidos es­conde bajo su vestido

y, fingiendo sonreír, la saluda.


La Madre, postrada a rodillas de su hijo,

acaricia, ¡que pena!, con sus dedos los dedos del niño

y besa repetidamente sus tiernas manos, con largos gemi­dos,

bañando su cara con enormes lágrimas.

 

Pero el niño impertérrito dice: «¿Por qué lloras, madre ig­norante?

¿Porque el hiriente filo de la sierra rozó mis dedos?

¡Aún no ha llegado el momento en el que te sea preciso llo­rar!»

 

Y, entonces, reemprende el trabajo:

su madre, silenciosa, vuelve hacia el suelo su rostro lumi­noso, pensando en tantas cosas

y mirando a su hijo con tristes miradas:

«Gran Dios, hágase tu voluntad santa.» 


miércoles, 3 de diciembre de 2008

Patti Smith, "Horses & Hey Joe."

Patti Smith (1946. Chicado E.U.)




Leftfield & Afrika Bambaataa. "Afrika Shox", Chris Cunningham, 1999.